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martes, 27 de marzo de 2012

La exposición de las rosas / La familia Tóth, István Örkény



Títulos originales : Rózsakiállitás / Tóték (1977 / 1967)
Títulos en portugués : A exposição das rosas / A família Tóth
Editora 34 (1993)
Traducción : Aleksandar Jovanovic


La literatura húngara es para mí un mundo aún por descubrir. Lo más cerca que he estado fue el libro “Budapest” de Chico Buarque y la película basada en aquel libro, ambos totalmente olvidables. No recuerdo alguna edición al respecto en la mar de libros que hay en el Jr. Quilca y alrededores de literatura de ése país, y aquí, como suele suceder con las cosas importantes, me deparé con este ejemplar por mera casualidad.

Aquí en Brasil así como hay la Coleção Letras Italianas de Berlendis & Vertecchia Editores, hay también la Coleção Leste de Editora 34, encargada de ofrecer al público brasileño –y extranjeros que nos beneficiamos también con esto- obras de autores de países de Europa del Este, o “la otra Europa”, con traducciones directas del idioma original por personas con un amplio dominio de las diversas lenguas que por allá se hablan, como en este caso, en que la traducción corrió a cargo de Aleksandar Jovanovic, doctor en semiótica y lingüística y profesor de graduación y post graduación de la Facultad de Educación de la Universidad de São Paulo; además del húngaro traduce también obras del idioma checo y del serbio al portugués.

Este libro trae dos novelas cortas de Itsván Örkeny (Budapest, 1912 – 1979): la que da título al libro, de 1977, en donde Iron Korom se propone a dirigir un documental para la televisión sobre la muerte: Korom necesita para esto gente dispuesta morir frente a cámara. Él no quiere elaborar escenas chocantes para el espectador, quiere exponer los dramáticos momentos de tres personas en particular en quienes los espectadores con alguna enfermedad parecida se identifiquen con ellos. Ante su cámara desfilarán: la viuda de Gábor Darvas, lingüista especialista en lenguas ugrofinesas, quien moriría diez días antes de que Korom tenga el aval del canal para empezar a filmar: por ese motivo será su esposa quien deje el testimonio sobre sus últimos días; Mariska, quien trabaja en una empresa que comercializa flores, inicialmente cuidaba de su madre, una anciana casi ciega y cascarrabias: el irónico destino hará que ésta última sea quien cuide de su hija al avanzar el mal de ella. Tendrán que alquilar su casa con ellos dentro para poder recibir algún dinero que ayude con los gastos de sepelio; J. Nagy, un ex-reportero de guerra, productor de reportajes y escritor, se interesa sobre el documental de entrada, pero no para producirlo, sino para ser uno de los que en él aparezca.

Las conversas de estas personas acerca de la muerte en su futuro cercano rinden muy buenas páginas. El autor consigue mostrar los escenarios desoladores, muy reales, pero con cierto humor negro en algunos pasajes:

Era esto lo que yo deseaba contar, ya que él no lo puede hacer. No estaría bien hablar de mí misma, tal vez, lo máximo sería sobre aquello que esté relacionado con su muerte. Ahora, cuando me detengo a contemplar los diecisiete años de nuestro matrimonio, veo que apenas estos últimos diez días me sentí su mujer. Pueda que eso me haga ver de una forma negativa, pero debo confesar que fui feliz a su lado, por primera vez, mientras él agonizaba.
(Fragmento, Pág. 23)



- ¿Solamente eso va a pagar la televisora?
- ¿Cuánto es eso?
- Ya recibimos cinco mil. Madre, usted debe recibir diez mil más luego de que yo muera.
- Es justo lo que vamos a gastar con el entierro –observó la madre.”

(Fragmento, Págs. 31 y 32)



- Desde que encuentres gente dispuesta a morir delante de los ojos de millares de televidentes.
- ¿Y usted, no estaría dispuesto?
- Pretendo vivir por un largo tiempo – sonrió J. Nagy.
- Sí, pero usted ya tuvo un infarto.
- Es cierto –concordó J. Nagy con la generosidad característica en los ebrios- . Mi próximo infarto es todo suyo.

(Fragmento, Pág. 35)

En la historia de la familia Darvas se ve reflejado aquella infelicidad de la mujer mantenida a través de los años, disimulada muy bien ante el resto, hasta parecían felices, cuando en verdad cruzaban un par de palabras durante el día, él por dedicarse por entero a su trabajo y ella por no hacer nada al respecto. Se sentirá que existe, que le es útil solamente cuando él no pueda mecanografiar y la necesite para que termine de escribir su obra. Ya en la segunda historia hay otro tema –además de la muerte- muy presente: el dinero. Y es que su paupérrima situación hace que ambas protagonistas no puedan olvidar que hasta para morirse necesitas tener algo de dinero. Ya J. Nagy, quien mantiene su ácido humor hasta en el momento de la agonía, es quien “apura” su hora para ser parte del documental, sin que el director lo sospeche.

Ya en “La familia Tóth”, Mariska y Lajos Tóth, los padres de Gyula, quien está destacado en el frente de batalla, recibirán como huésped al mayor Varró -militar a cargo del batallón donde el hijo está enrolado-, poseedor de enfermizas costumbres y manías que pondrá de cabeza la apacible rutina de esa familia, ya que ellos querrán agradarlo en todo lo posible e imposible para mejorar la situación de Gyula, sin saber que éste ya está muerto.

La historia se desarrolla en Matraszentanna, una pequeña villa enclavada entre las montañas húngaras. Aquí Lajos Tóth es el comandante de la compañía de bomberos, autoridad que se verá reducida a la más mínima expresión con la llegada de aquel mayor quien envuelve en absurdas situaciones a la familia que lo acoge, esto permite que el humor esté más presente que en la historia anterior, aunque también aquí sea la muerte el tema de fondo: a cambio del buen trato al mayor la familia espera que Gyula sea cambiado a un puesto administrativo y no en plena guerra, evitándole una muerte fija. Y claro, el final, con un Lajos Tóth camaleónico, inesperado, sangriento.

La familia Thót” fue llevada al teatro con éxito en Estados Unidos, siendo la versión para teatro del mismo Orkény.



El autor, hijo de un farmacéutico, llegó a graduarse como ingeniero químico, y llegó a publicar sus primeras historias en la década del ’30 en la revista literaria antifacista y antiestalinista “Szép Szó”, revista que contaba entre sus editores a Françõis Fejtö. Al comenzar la guerra en 1941 el autor fue llamado a servir, y siendo judío, fue enviado al frente ruso (Hungría fue aliada de Alemania) no como combatiente sino para realizar trabajos forzados. Fue prisionero en la antigua URSS llegando a conocer de primera mano la vida en los campos de concentración rusos lo que le serviría para escribir varios cuentos reunidos posteriormente en un libro. Apoyó la revolución húngara de 1956 lo que lo obligó a mantenerse en el silencio, prohibido de publicar. Quizá lo más conocido de este autor en nuestro idioma son los “Cuentos de un minuto”, que para quienes gustamos los cuentos del guatemalteco Augusto Monterroso aquel libro debe estar entre nuestros posibles búsquedas.

Estas obras de István Örkény versan sobre el propio enredo de la vida humana como un drama cuyo desfecho es siempre el mismo: la muerte.

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