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sábado, 20 de julio de 2013

Yealands Way, Premium Selection, Sauvignon Blanc 2011


Yealands Estate

Yealands Way, Premium Selection, Sauvignon Blanc 2011

13% Grad. Alc.

Marlborough, Nueva Zelandia. 




Hacía tiempo estaba curioso ante unos vinos neozelandeses que se ofrecen por aquí en la ciudad. El problema –para mí-, como en vinos de otros productores y países eran las añadas algo lejanas, hasta que encontré este 2011 de la cepa sauvignon blanc. 

Aunque desde hace un tiempo armonizamos nuestro cebiche también con torrontés (argentino), y en algunas oportunidades con asirtiko (griego), por lo general lo acompañamos con sauvignon blanc (chileno), hoy fue neozelandés, el cual se convierte en nuestro primer vino de aquel lejano país.

¿Se aprecia aquel diseño chiquito de Carbón Zero a la derecha de la etiqueta? Es la certificación con la que cuentan por la producción sustentable, la que incluye la utilización de energía eólica y solar, además de reciclar papel para la creación de sus etiquetas. ¡Buena! Eco friendly, como gusta decir Marilú, una buena amiga en Lima.

Al vino: es de un amarillo bien pálido, leve, con tonalidad verde limón, denota poca corpulencia, lágrimas medianas de poca persistencia. En nariz, las notas herbales son las primeras que aparecen: desde hortelã (creo que es hortelana, en castellano, aquí hay bastante esa plantita que es parecida a la menta) hasta pasto mojado: es muy notorio, muy persistente; hay también esa sensación fuerte, algo amarga, de cuando abres un frasco de pepinillos en conserva: eso no es muy agradable, pero también hay algo como a brisa marina luego, ahí mezclado, tornándose rico; lo afrutado tiene a las notas cítricas en destaque aunque es una sensación leve, como un leve amargor de una cáscara de limón. En boca, se refrenda las notas herbales en destaque, las afrutadas vienen después siendo estas leves; es de una marcada acidez; de una corpulencia leve. De final mediano a largo, con retrogusto algo mentolado.
Primero sin comida, mientras armaba el cebiche: minutos después de ser servido el vino C me dice: é muito verde, algo forte, y sí, es un vino con una fuerte personalidad, me gustó su frase: “muy verde”, y es que en la fase olfativa sorprendió por lo inesperado que fue, pero en la fase gustativa con su acidez a flor de piel y las notas herbales predominando la percepción no es de las mejores. 

Después con comida: hasta aquí ya había pasado algo más de cuarenta minutos y ese torbellino verde bajó. Con los trozos de pescado y los aros de calamar mejoró considerablemente la percepción. Un cebiche armoniza mejor con un vino de marcada acidez, y éste es de aquellos.

Sin embargo, tras esta experiencia C extrañó un sb chileno o un torro’ argento; a mí me hizo recordar los campos de las peli’s del Señor de los Anillos, donde atrás de alguna colina se divisaba el mar; sí, a mí me agradó, pero ojo, ya con la comida en la mesa. 

Hay un par de varietales más que ofrecen, un pinot noir y un riesling, creo: la curiosidad está latente por ellos. 

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